Aprox. 800 metros de desnivel.
Es una subida larga, pero el día es tan bonito, que siento
como si el sol me fuera empujando.
Salgo de Pola sin prisas, bien desayunada, con la idea de ir
despacio, de disfrutar el puerto, de sentir cada pedalada.
La carretera discurre junto al río Somiedo, las últimas nevadas lo han cargado de agua, el valle está precioso, hay mil tonos de verde, y multitud de canales que casi inundan las praderías. Carboneros, herrerillos, colirrojos, están alborotados y amenizan mi subida, recordándome que la primavera ya se acerca…
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Carbonero garrapinos |
Es una subida cómoda, el desnivel es suave y constante, una
subida para disfrutarla y sentir el placer de pedalear, una subida de las que
enganchan, de las que no quieres que terminen. El paisaje es
espectacular, la nieve comienza a decorar el paisaje y el verde aparece
parcheado, para prácticamente desaparecer al final del puerto.
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La Peral a lo lejos |
Me desvío en el pueblo de La Peral, a tres kilómetros del final. En la oficina del parque me han recomendado un mirador y quiero acercarme a fotografiar unas brañas cercanas.
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Brañas de la Maurica |
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La Peral |
El descanso en La Peral hace que me retrase mucho, el tiempo
detenido en mi parada ha vuelto a correr de repente y me doy cuenta de que
tengo hambre, pero prefiero esperar a coronar el puerto, apenas me quedan 3
kilómetros.
El puerto termina en una recta de 1 kilómetro. Es
tremendamente curioso, hace tiempo, bastante ya, subí este puerto en coche,
recuerdo que con mis falsas expectativas dije algo así como…” tampoco es tan
espectacular”. El otro día, cuando a lo lejos veía El Puerto, me parecía una
llegada tan bonita que ralenticé mi marcha para exprimir el momento, no había tráfico
y podía jugar con la cámara, la bici, y conmigo misma. La temperatura era
perfecta, el momento también, mi felicidad pedaleando a cámara lenta lo era
incluso más, ¿cómo pude una vez pensar que ese puerto no era bonito?
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Vista al Valle de Somiedo |
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Último kilómetro |
El Puerto, localidad fronteriza con León tiene una gran
nevada, no encuentro ningún lugar seco y sin nieve para comer, por lo que
convenzo a mis tripas para ir a la vertiente sur del puerto, donde seguro
encontraremos lugares secos.
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El Puerto |
La bajada hasta Vega de Viejos es suave, pero el
cambio del paisaje es brutal, en menos de 1 kilómetro, la cota de nieve sube
unos metros. Cambian los verdes por los amarillos y marrones, cambia el aspecto
de la roca, y cambia el discurrir del río que aparece ahora como encajonado en
el paisaje.
De repente un cartel me anuncia que “estoy en Babia” y digo
yo…¿acaso no puedo estar en Babia en mi tiempo libre? Así, “en
Babia”, entramos en León.
Almuerzo por fin junto al río Sil, de igual modo que ocurría con el Somiedo viene cargado de agua, formando cascadas y pozas…Aun me queda tiempo para pedalear un poco más, y me dejo llevar sin un rumbo demasiado definido, con el alto de la Farrapona impracticable me toca volver por el mismo camino, así que me voy dejando llevar…El paisaje ha dado un cambio radical en apenas unos kilómetros, el sube y baja de Somiedo da paso, a rectas y llanuras a las que no estoy acostumbrada, el viento sur domina y noto como si me secara a cada pedalada…
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Río Sil a su paso por Vega de Viejos |
Dejo atrás la comarca de Babia, con la idea de volver para
dedicar tiempo en exclusiva a esa zona, miro el mapa de León: Bierzo, Babia,
Ancares ….y me prometo volver para recorrer la provincia. Enlazo de nuevo con
el puerto por una carreterita muy secundaria, el auténtico paraíso
cicloturista, es cortita, pero preciosa, la subida es sencilla, con muy poco
desnivel. Aprovecho la buena luz para fotografiar unos carámbanos con riesgo de
derrumbe, Prat se marca mientras tanto una pequeña vía de escalada…monos…¡una
no puede descuidarse ni un segundo!
Llego al puerto cuando la temperatura comienza a descender
vertiginosamente. Me abrigo con todo lo que llevo encima…parezco una
astronauta. Vuelo literalmente y en 15 minutos, acompañada de la última luz del
día estoy en Pola de Somiedo.
En la oficina del parque me han informado que aunque el
camping está cerrado se puede dormir allí. Tengo un albergue a 7 kilómetros (en
Saliencia), pero como mi plan para el día siguiente sale de Pola decido
quedarme en el camping cerrado.
Saco la brújula, busco el Este, la noche se presenta
heladora y me convendría tener calefacción central en la tienda a primera hora.
Pola de Somiedo está escondido en el valle, rodeado de montañas, y aunque pongo
todo mi esfuerzo en colocar la tienda en el lugar más soleado del camping,
presiento que allí no va a dar el sol hasta el verano.
8 de la tarde: la temperatura baja un grado por hora. Me
pongo el pasamontañas para dormir y un montón de prendas más que me hacen
parecer una momia. 3 de la mañana, hace un frío de mil demonios. Uffffff qué
noche más larga. Mientras me acuerdo del albergue calentito a apenas 7 kms me
quedo dormida de nuevo, me doy cuenta de que tengo una especie de frío calor
extraña, estoy tan abrigada que yo misma provoco condensación en la tienda que
tiene pinta de estar congelada. 8 de la mañana: he sobrevivido a la noche.
Dentro de la tienda el termómetro marca -1ºC, de la calefacción central de la
tienda no se sabe nada, de la temperatura exterior tampoco. Con todo el cuidado
desayuno en la tienda que es un auténtico bacalao. Me alegro de haber guardado
una botella en el interior de la tienda, no creo que me hubiera apetecido
granizado de café a esas horas…
Ya lo dice el libro del Tao, Una gran felicidad genera un gran sufrimiento...
ResponderEliminarAmbos son los extremos del hecho de vivir en plenitud. Pero eso tu ya lo sabes...querida ave del paraíso...
Sí, mi felicidad fue en estos días casi plena, la ruta es del año pasado pero recordarla me llena de recuerdos gratos. El frío...bueno, como dicen los noruegos "no hay frío, sino ropa poco apropiada", je,je sí, la verdad es que también sufrí :-)
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