1 de junio de 2010

Decisiones pragmáticas

Pretender dar el salto de idealista consumada a pragmática en ciernes es algo complejo, muy complejo.

Porque al final una es como es y aunque modelar ciertos matices de la persona como controlar el genio, ser más sutil, menos directa, es relativamente sencillo con paciencia, tiempo y ganas, cambiar algo tan arraigado como el idealismo por el pragmatismo requiere, supongo, de años de entrenamiento y autocontrol.

Hace poco decidí que mantendría ese idealismo en mi vida, en mis viajes, en mis amistades, pero que en lo laboral habría de ser más práctica, mañana pago la primera consecuencia de ese pragmatismo, me reincorporo a mi “mejor pagado curro me quedo sin vida ahora que llega el verano y llegan los grandes planes” y…sencillamente no quiero…por más que piense en la nómina a fin de mes, en la cotización, en que de algo hay que vivir, por más que busque lo positivo…no quiero, no quiero luchar contra el reloj, tener horas vacías, repetir lo mismo mil veces, sentir la “pérdida de tiempo”, sentir que valgo para mucho más…

Tendré que enfrentarme a ello, lo sé, y me enfrentaré, pero los primeros días haré las curvas más lentas para retrasar la llegada, para pensar, para darme tiempo, para…¿tiempo para qué?

Con el tiempo me acostumbraré y entonces haré las curvas más rápidas porque habré retrasado la salida, para no pensar, para comer minutos a las horas, para aprovechar el tiempo para mí y lo que de verdad me importa.

La decisión no tiene vuelta atrás y durante 5 meses”pagaré” el “precio” de mi pragmatismo y entonces, pasados estos “cobraré” el “precio” de mi pragmatismo y con suerte habré aprendido si es tan pragmático ser pragmático.