12 de septiembre de 2013

Pico Urbión

Hacía semanas que mi mente estaba sedienta de cumbres, que necesitaba una jornada de montaña y contacto pleno con la tierra, de ese contacto intimo que solo el caminar es capaz de ofrecer.

Tenía unos días libres y tras suspender una escapada a Pirineos por falta de compi mi cabeza daba vueltas a un pico, el Urbión.


Los cielos estrellados de Soria eran la excusa perfecta para salir a pedalear y acercarme al que el año pasado prometí conocer. Paisajes a pedaladas y un final en cumbre con una promesa cumplida. Sonaba bien.

La subida desde la Laguna Negra es preciosa.

La noche me regalaba un cielo infinito de estrellas y en la mañana la laguna me devolvía su imagen en un espejo de luz.




Comenzaba a subir por una pequeña canal, suficientemente temprano para sentir el fresco en la cara y suficientemente tarde para ver al sol despierto. Merecía la pena mirar atrás, la laguna se hacía cada vez más pequeña y la roca me abrazaba según avanzaba.


Tenía la sensación de estar completamente sola, sentía la recompensa de los madrugadores, la soledad buscada junto al Urbión. La montaña “para mí”.

La subida era corta y la pradería a la que nos acercaba era un espectáculo visual con algunos brezos en flor, un riachuelo bullendo vida y un montón de color que ofrecer a la cámara.




Al rato llegaba a la Laguna Larga, un sitio fantástico para dejar pasar el tiempo. Y lo dejaba pasar… mi mente se sumergía en un estado tan placentero que casi me llevaba a una meditación involuntaria.



Al rato unos perros me devolvían al lugar y continuaba entonces mi camino.



Caminaba un rato más por los Llanos de la Sierra y al doblar la esquina tras una ligera subida, allí estaba él, imponente, por primera vez de frente. Apenas me quedaba media hora para acercarme a su cima y disfrutar de una de las mejores vistas de este año.


Hacía tiempo que no disfrutaba tanto una salida, que no me mimetizaba tanto con el entorno, que no me sentía tan parte de la subida. Todos mis temores desaparecían entonces y sentía una libertad tan plena que me hubiera gustado encapsularla para no volver a perderla.

16 de agosto de 2013

El mundo disfrazado


Uno mira al mundo disfrazado de mapa y el mundo con su silencio le cuenta sus secretos. Es entonces que se quiere descubrir sus verdades, sentir sus brisas y ver sus amaneceres, descubrir sus gentes, escuchar sus cánticos e impregnarse de esa vida que desprende el mundo vestido de papel.

Es… el comienzo de un viaje…