19 de diciembre de 2011

Ese Ser llamado Mar

Pocos sonidos son capaces de darnos tanta calma como el chocar de las olas contra la arena. Es como si en su retroceso, las olas fueran capaces de llevarse los problemas, las penas y los anhelos.


Escuchando al mar olvidamos y nos encontramos con nuestro yo más profundo, con el más íntimo y secreto. Nos reencarnamos en nuestra propia esencia.


El mar nos escucha con paciencia infinita y nos devuelve palabras de calma y esperanza.


Detiene el momento en su ir y venir constante. Nos susurra cariño en el oído, nos acaricia sin tocarnos, nos hace sentir deseados.


El mar en definitiva nos deja desnudos ante su grandeza.

18 de diciembre de 2011

Monte Perdido





A veces es difícil expresar lo que se siente.

Hoy no encuentro como describir lo fabuloso que ha sido este fin de semana pasado. Cuando las palabras no salen y se ha sentido tanto sólo se puede decir GRACIAS. Un gracias enorme a estos compañeros de viaje que han arrancado sonrisas, ilusiones y ahora casi añoranzas.





Gracias por hacer que Monte Perdido no sea sólo un pico a tachar del listado sino que su nombre esté ahora cargado de emociones.



Desde ya, esta cima no será sólo la "montaña de caliza más grande de Europa", como la describe Tomas en su blog, sino que será cada uno de vosotros, anécdotas, esfuerzos, complicidades, que me harán sonreír y sentirme de nuevo tan viva, como en estos días.



No sé ni cómo empezó esta quedada, realmente no tengo ni idea de cómo terminé apuntándome a este viaje, sólo sé que llevaba tiempo deseando que ocurriera, que este viaje era algo que en los últimos meses me llenaba de ilusión, de una ilusión casi secreta, llena de incertidumbre, de dedos cruzados para que las circunstancias me permitieran acudir.



Llego el día D, y llegó el momento M del encuentro en Linás de Broto. Curiosidad, incertidumbre, ganas… sentimientos que siempre aparecen frente a lo desconocido, y aquella gente, protagonistas de esta historia, eran de momento sólo avatares, nicks y perfiles en un foro. Poco a poco fuimos llegando, primero el grupo de Floren (un mono en un traje de astronauta), Gloria (la chica que se fue al Womad en bici), Jose María y Luis (de los que nada sabía y que se convertirían en los Kike’s brothers), luego yo, casi sin darme cuenta pues el GPS me indicaba 10 minutos más de camino, al rato Tomas (el hermano de la maña) y Nico y Pilar (protagonistas desde hace un tiempo de más de una página del diario de mi vida). ¡Ya estábamos todos! Ahora sí, era realidad.



Me encantaría poder narrar cada paso, cada sentimiento, cada emoción, pero el sentimiento y la belleza del paisaje supera a la pluma.





Por fin pude conocer la “temida” senda de los cazadores, ver volar de nuevo al quebrantahuesos, dejar de imaginar la cola de caballo para recordar su frescor, sentir las clavijas, escuchar el silencio, el absoluto silencio que por un instante reinó en la subida, compartir conversaciones casi al ocaso, dar un paso adelante y otro atrás en la “escupidera”, sentir la emoción de la cima y lo mejor, lo mejor de todo, compartirla…









La montaña es muchas cosas, pero ante todo es las personas que la forman, y Monte Perdido sois todos vosotros.





Pilar con su sonrisa. Tomas con su tesón. Floren con su conocimiento. Nico con su tiempo. Gloria con sus anécdotas. Jose María con su paciencia. Luis con sus "curiosidades".


Son tantos los recuerdos que merece la pena guardar, que me gustaría tenerlos encapsularlos para revivirlos con toda su emoción, en cualquier instante.


Hoy meses más tarde, me permito recordarlos, porque “recordar es volver a vivir”.