5 de enero de 2016

Noruega, romper ruedas

Tenía miedo de que Noruega se volviera aburrida, había  ganado 10 grados y la influencia de la costa haría que las temperaturas anteriores no volvieran, no más lagos helados, ni paisajes de invierno, volvía a estar en "verano", hacía sol, la gente sonreía e incluso soplaba un ligero viento a favor, que me hacía tararear canciones de verano, la vida era bonita y fácil. Empezaba a pensar que el bello país nórdico me iba a dar sólo eso, belleza. Lo confieso, me gusta "meterme en líos" y salir de ellos, y temía que las jornadas siguientes fueran demasiado fáciles, sin un atisbo de incertidumbre, "aburridas" en definitiva.

montaña nevada


Pero nada más lejos de la realidad, ese pedalear placentero, más propio de la archiconocida serie Verano Azul que del tipo de viaje que me gusta iba  a durarme bien poco.

casita madera con agua en fiordo

Siempre lo pienso, hay que tener cuidado con lo que se desea, porque a veces los deseos ocurren, y yo, según entraba en Noruega deseaba que continuara la aventura, que siguieran pasando cosas que aliñaran mi vivencia y...

carel de bienvenida a Ballancen, Noruega

Era una carretera de muchas curvas, hacía 7 kms había quedado atrás el último pueblo y regresaba hacia la costa por una bajada de vértigo, la carretera apenas tenía tráfico, tampoco había apenas casas... En esos días en Noruega el sol no se pone, pero a última hora de la tarde la temperatura cae en picado. Comenzaba a hacer frío. Justo había parado hacía pocos kilómetros para prepárame una bebida caliente cuando un matrimonio suizo me ofreció un café, quería llegar a la costa antes de que se hiciera tarde y bajara más la temperatura, con pena se lo agradecí y continué mi camino.

Sentí un fuerte ruido en la rueda trasera, como si hubiera roto un radio. Desde el día anterior sentía que algo no iba bien, la rueda tenía una ligera vibración y por más que la apretaba no cesaba, justo antes de salir acababa de cambiar el eje y no debería de ser nada "grave", pese a ello mantenía los ojos abiertos por si encontraba un taller para quedarme tranquila, no era fácil por la zona, pero me dirigía hacia las Lofoten e intuía que allí iba a ser más difícil.

eje de rueda roto
Junto al ruido vino un movimiento raro, paré al instante, el eje estaba medio desmontado, había perdido los rodamientos y... Necesitaba un rescate.

Los noruegos conducen rápido, muy rápido, muy, muy rápido, y la carretera era una sucesión de curvas con apenas visibilidad, era prácticamente imposible que alguien me viera por mucho que yo agitara los brazos según escuchaba el primer bruuummmm. Empujé la bici hasta una casa, pero estaba vacía, y seguí esperando y esperando con la bici desmontada... sintiéndome la mujer invisible, pero no lo era, porque unos pájaros me recordaban que estaba en su territorio y que no era bienvenida, sí, no es que estuviera en modo negativo y necesitara amor y esas cosas y lo viera todo negro no, no, ellos me lo hacían saber muy claramente, bombardeándome con heces blanquecinas, así, dicho finamente. Sí, esa era la situación, tenía una bici inútil con una rueda rota, comenzaba a bajar la temperatura, los coches pasaban a 1000 por hora y no me veían, pasaban coches sólo de vez en cuando, estaba junto a una casa deshabitada y encima lo pájaros me estaban cagando encima ¿no quería aventura? ¿no había deseado que el viaje no perdiera su emoción, qué ocurrieran cosas? Ya os lo he avisado antes, tened cuidado con lo que deseáis.

A partir de ahí ocurrieron muchas cosas,  trasladé mis cosas al otro lado de la carretera para probar suerte y las volvía a trasladar al territorio de los pájaros cagones que siguieron insistiendo en que no era bienvenida.  Yo mantenía la esperanza, el matrimonio que me había ofrecido café aun no había pasado y estaba segura de que ellos sí que iban a reparar en mi presencia. Así fue, al cabo de no sé cuánto tiempo, como si estuviéramos predestinados a conocernos pararon.  Eran ciclistas, él mecánico y en su caravana había sitio para la bici, mis trastos y yo. En el Norte de Noruega no hay muchas carreteras, y ellos también iban camino al sur, era viernes y estaba a más de 200 kms de una ciudad importante.

Nuestros caminos se separaron en el ferry, ellos querían hacer noche por la zona y yo debía de tratar de llegar a la ciudad antes del domingo. Sólo había una carretera que bajaba al sur, así que el ferry se me antojó un buen lugar para encontrar al siguiente relevista que me acercara a la ciudad. Erik se dirigía a Italia en furgoneta, era un tipo atractivo y de conversación animada, de madre japonesa y padre noruego, trabajaba en la universidad en Tromso estudiando la alimentación del salmón. Erik me contó muchas cosas interesantes que me hicieron cuestionar la sostenibilidad del cultivo de salmón en Noruega y la pesca en el mundo. También me habló de las noches de invierno y me recordó en sus reflexiones a aquella mujer fascinante que había conocido unos días antes en Suecia. Conectamos y tuvimos buena conversación hasta la ciudad. Nos despedimos, a él aún le quedaban 4000 kms de asfalto.

acampada en Fauske
Llegamos a Fauske de madrugada, la luz del sol hacía innecesarias las farolas y por primera vez eché de menos la noche, la bici rota me obligaba a acampar en el centro de la ciudad, Noruega es muy seguro y la ciudad era pequeña, pero pese a ello me sentía insegura y  vulnerable a la vista de todos. Se me olvidó en cuanto me metí en la tienda, me sentí en casa, cerré los ojos y dormí mientras sentía como las gotas golpeaban el techo de la tienda, comenzaba a llover, el día había sido agotador.

En Fauske no había taller de bicis, sólo una tienda de material deportivo, a riesgo de no llegar a Bodo a tiempo de coger el ferry decidí optar por el camino fácil y comprar una rueda nueva. El parón había estado bien, había conocido gente maravillosa, entrado en contacto con la gente local y disfrutado de conversaciones interesantes pero me apetecía pedalear, el tiempo estaba siendo fantástico y no quería perder esos días de sol y luz encerrada en un coche.


Justo daba las primeras pedaladas con mi rueda nueva cuando escuchaba el pitido de un coche, sonaba contento, era el matrimonio suizo que se alegraba de verme dando pedales, nos lanzamos un hasta siempre y continuamos nuestros caminos.

2 comentarios:

  1. Si es que eres una Austera..... que crees que viajar es Gratis .... :)

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  2. Yooooo, pero si la Tulipana lleva todo de inmejorable calidad! ;)

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