Planifico
muy poco los viajes, pero tengo que reconocer que esta vez me he pasado, sí, 4
pueblos, los viajeros “sensatos” no se compran un billete de avión a Sri Lanka
cuando están pensando en otros destinos y
se van en menos de 5 días. Los viajeros “sensatos” saben dónde quieren ir y si
no lo saben al menos se conceden el tiempo suficiente para leer foros, para
conseguir mapas, para…¡saber a dónde van y qué van a hacer allí!
Yo lo intento, bueno, igual no lo suficiente, pero no consigo ser una de esas viajeras que se empapan de leyendas antes de viajar, que se saben la historia, que conocen datos y lenguas, que se llenan de cultura y viajan antes y después… a veces me gustaría, pero reconozco que me encanta no saber nada, no generar expectativas, que sea el viaje y la vida los que se vayan haciendo en mi piel, las gentes las que se muestren, los paisajes los que se dejen ver… ¡me gusta la sorpresa!
Me había ido de Argentina con el corazón en un puño, queriendo quedarme y dejando atrás amigos a los que deseaba seguir conociendo y con los que me apetecía seguir compartiendo horas de viaje… Hacía semanas había tomado una decisión que no me alejaba del viaje, pero que lo interrumpía y me traía de vuelta a casa y durante semanas había estado buscando un destino cercano para seguir rodando mi último mes de vacaciones… Italia, Grecia, Turkía… países a golpe de aerolínea de bajo coste.
Una semana en Europa, caras tristes por una crisis que se mantiene, temporales de lluvia y viento, una gripe eterna que me sacó del campo de juego y el recuerdo de las sonrisas del viaje, de los buenos momentos, del cariño argentino, de la hospitalidad chilena, del calor de Latinoamérica en su zona más fría. Una semana sirvió para darme cuenta de que seguía queriendo calor, que el calor me hace bien, que me templa el cuerpo y me abre el alma, que me dulcifica. Una semana, la misma en que uno de los grandes abandonaba el viaje, para darme cuenta de que en pleno invierno no había destino en Europa que pudiera darme el calor que yo buscaba.
Tengo
que reconocer que cuando Javi me habló de Sri Lanka hace una semana no sabía
apenas nada del país, sí, lo confieso, lo ubicaba por ahí, cerca de la India,
en el océano junto a otras islas pero tuve que hacer una búsqueda en Google Maps
para poder situarlo con exactitud en el mundo, para saber que se escondía
detrás de ese lugar que tan bien sonaba.
Leer
sobre Sri Lanka es querer conocerlo.... Y así casi sin casi darme cuenta compré mi
pasaje a Sri Lanka, el país que sonríe…
Anuradhapura
4. Feb. 2015
Menudo viaje, ¿no?
ResponderEliminarYa se te echaba de menos en el blog, Noe.
Besos
Gracias Tomás... Sí, casi sin darme cuenta voy a marcarme otro viaje de los que no nos dejan indiferentes. Un abrazo gordo
ResponderEliminarBieeeeen!!!!! Que blog mas bonico! Me pongo cómoda que tengo mucho que leer!
ResponderEliminarAyyyyyyyyy gracias!!!! Pero qué maja eres!
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