Hogar la Deriva ha llegado a mi en las últimas semanas de este loco 2020, y su primera propuesta no ha podido resultarme más apetecible: Re-escribir 2020 ¡casi nada! si queréis saber más de ellas he dejado el enlace (que no sé si va a funcionar) al final del post.
ENERO
El mes de nuestra
antigua vida, nuestra vieja normalidad, en la que tomábamos los días como si
todo pudiera esperar a mañana, como si la vida nos brindara oportunidades sin
fecha de caducidad, como si las visitas pudieran posponerse, los abrazos
pudieran quedar en la bandeja de salida y los te quiero a las puertas de la
boca.
En el frío
invierno la Tulipana y yo nos sumergíamos en los últimos días de vacaciones de
2019 como si no hubiéramos cambiado la hoja del calendario. Teruel, el Alto
Tajo, la serranía conquense nos abrazaba con paisajes de hielo. Gloria nos
alcanzaba, y a golpe blanco de solidaridad terminábamos el viaje en Zahorejas,
con el corazón cargado de cariño, la cara helada, y las ganas más fuertes que
nunca.
Se oía algo
lejano, muy, muy, muy lejano de un virus en China.
FEBRERO
Cuando en 2019 el
Club Alpino Tajahierro me propuso que narrara algún viaje pensé en China. China
fue especial, me sacó de mi zona de confort, me hizo enfrentarme a mis miedos,
me hizo prepararme mentalmente y me hizo aprender a vivir con el hielo en los
talones. Me pareció el mejor destino para una charla de invierno.
Las imágenes que
llegaban de China en esos días parecían de ciencia ficción, personal sanitario
vestido como si de una guerra bacteriológica se tratara, enfermeras rapándose
la cabeza para minimizar el riesgo de contagio, imágenes terribles, que
quedarán para siempre en nuestra cabeza. En Europa aún lo veíamos lejos… pero
ya no tanto.
MARZO
Éramos libres,
contemplábamos la libertad como algo nuestro, algo que no podrían arrebatarnos,
gente buena en la parte buena del mundo. Aún vivíamos como si todo pudiera
esperar a mañana, aún bromeábamos con el virus, cada vez menos, los memes nos
parecían menos graciosos, y algo para lo que no teníamos palabras comenzaba a
instaurarse en nuestro espíritu mientras la prensa nos narraba como Italia
comenzaba a desmoronarse.
Asturias se
adelantaba un par de días y el hastag
#yomequedoencasa aparecía en rostros conocidos, desde Somiedo mis ojos leían
con preocupación las noticas. Ese fin de semana yo me quedé en casa. En el
trabajo recogíamos las cosas con un nudo en el estómago. El 14 de marzo fue el
día que cambió nuestras vidas para siempre, lo que vivimos a partir de entonces
será parte de los libros de historia de nuestros hijos, las futuras
generaciones nos estudiaran, tal vez con mente crítica por haber perdido la oportunidad
de una nueva sociedad.
ABRIL
A partir de abril
la vida se difumina, trabajábamos desde casa sin saber muy bien cómo hacerlo. Pasábamos
la vida buscando cómo ocuparla. Se sucedían las actividades gratuitas, los
cursos on-line, las películas gratis, la carpeta “para el coronavirus” se hacía
cada día más grande y nos estresaba la idea de tener tantas cosas que hacer,
nos faltaba tiempo para ocupar el tiempo. Mi vida se me desordenó, no
encontraba el principio y no tenía rutina.
Scoty ocupaba mis
horas entre trucos y paseos breves.
Algunos soñábamos
cosas raras, reuniones con amigos y conocidos, viajes que no culminaban, nos despertábamos en mitad de la noche
desvelados por habernos descubierto dónde no podíamos estar, la falta de
estímulos era total y el pobre cerebro hacía lo que podía con lo que tenía. El
subconsciente se hacía fuerte y nos mostraba con dureza nuestros anhelos.
La gente aplaudía
a las 8. Las muestras de solidaridad se sucedían, empezamos a creer en un mundo
mejor del que saldríamos fortalecidos.
Aprendimos a
tener rutinas sin tenerlas, a vivir conscientemente, a saborear las comidas o
el aire en el paseo al supermercado. Las conversaciones telefónicas se hicieron
eternas, no había mal momento para llamar, cualquier momento era el momento
adecuado. Aprendimos a entender el regalo precioso que era el tiempo, y aún
ansiando la libertad disfrutamos de nuevas aficiones, nuevas rutinas, lecturas
aparcadas y un ansia reconfortarte de querer ver a todos los que queremos.
(Mil gracias a
toda esa gente que se curró actividades gratuitas para hacer más fácil nuestro
confinamiento, sois amores, sin vosotros no habría aprendido lo que he
aprendido durante este año y estoy segura de que tampoco sería la persona que
soy hoy)
MAYO
Comenzamos a
hablar de fases, cada fase era un golpe de ilusión, una píldora de libertad, un
motivo para sonreírse a sí mismo en la mañana, cada 15 días el BOE nos
alegraba, pero la vida en nuestros días era como un parchís, en el que las
normas cambiaban con cada tirada de dados, un día avanzabas, otro día tenías
que dejar pasar el turno, y siempre podías tener que volver a la casilla de salida.
Poco a poco
comenzamos a relacionarnos de nuevo con nuestros amigos, pero nada era igual,
en la nueva normalidad no podíamos besarnos, ni abrazarnos, los códigos sociales
habían cambiado pero no nos habían dado un manual de instrucciones.
JUNIO
Comenzamos a
trabajar de nuevo, la nueva normalidad nos había impuesto mascarillas y había
que aprender de nuevo el lenguaje no verbal. Los ojos, la mirada, las arrugas
marcaban ahora la felicidad o el descontento.
JULIO
Comenzó con
incertidumbre y se llenó de turistas. La obligatoriedad del uso de mascarillas
cambió nuestras ganas de salir a la calle.
AGOSTO
Agosto fue un
infierno, así sin más, de gente, de
falta de espacio, de agobios, de esperas, de malos humores, pero el 12 estuvo
bien, cumplí 44 años en Gijón soplando las cerillas en un flan. Perfección
improvisada.
SEPTIEMBRE
Vacaciones,
deseadas y necesitadas.
Más de medio
mundo cerraba las puertas al pasaporte español, de repente el mundo se hacía
enormemente grande. Pirineos me hacía desconectar de todo y soñar….soñar mucho,
con montañas, con espacios de cambio, con nuevas aficiones… soñar…
OCTUBRE
Me despedí del
Ciruelo con un nudo en la garganta, ese viejo coche era Asturias, era
prácticamente todo lo que había vivido en el lugar dónde más tiempo he vivido,
de repente sentí el paso del tiempo, un montón de recuerdos se me agolparon, una
no sabe el valor de sus memorias hasta que llega el momento de la limpieza
final, y en el día de la despedida, en su último viaje tuve que contener las
lágrimas para que no se me escapara la vida por los ojos.
A veces, personas
que han sido importantes dejan de formar parte de nuestra vida hasta que casi dejamos
de pensar en ellas. Una de esas personas a las que quise mucho y nunca esperé volver
a ver apareció de nuevo y aprendí que el cariño verdadero no muere con el
tiempo, que hay complicidades que están siempre vivas, y que un paso puede
marcar una revolución. Gracias por volver.
NOVIEMBRE
Andalucía siempre
me suma en la vida, y los planes B a veces superan a los planes A. Lo
importante es sumar, sumar gente, sumar abrazos, sumar cariño, sumar
experiencias, sumar vivencias como granos de arena que hacen una playa… siempre
sumar, porque sumar construye, y construir nos hace crecer. Andalucía siempre
me hace crecer.
DICIEMBRE
El mes más largo,
el que más me está costando de todos, el
que más ganas tengo de que termine…
Y al mismo tiempo
el que más consciencia me está dando, en el que más estoy aprendiendo, en el
que más cuenta me estoy dando de los aprendizajes de este año tan raro, en el
que más me estoy descubriendo. Aunque tenga ganas de que termine, no le
guardo ningún rencor al 2020, me ha dado mucho, pero eso lo dejo mejor para
otro día ;).
Hogar la deriva. Por si queréis saber más de estas chicas ;)