6 de julio de 2010

Las trampas de la libertad

En numerosas ocasiones he discutido con un amigo sobre el término libertad y el hecho de si la libertad absoluta existe o podría llegar a existir.

Cada uno puede entender el término a su manera, está claro, pero según como yo lo entiendo, puedo decir que la he conocido. Es cierto que el concepto no es el mismo con 20, con 30 o con 50 y también lo es que todos tenemos condicionantes que lastran esta condición. Tengamos o no pareja o hijos, todos tenemos nuestras propias cargas personales, nuestros propios apegos que van entorpeciendo esta libertad… pero creo que la libertad plena sí que existe al menos en algún momento de nuestras vidas, a veces pasa sin que nos demos cuenta, otras veces la estrujamos para que no se acabe, pero todos deberíamos, al menos por una vez permitirnos experimentarla, porque en esa libertad es donde nos encontramos, donde nos hacemos y donde en definitiva somos lo que queremos ser y a partir de ahí es cuando podemos mostrarnos y darnos.

Pero tener libertad no es siempre ventajoso. A priori, yo podría ahora definirme en una situación casi privilegiada, tengo mis responsabilidades familiares, pero mis padres afortunadamente no son tan mayores como para necesitarme, no tengo pareja, ni tampoco hijos, ni si quiera tengo un perro…y a partir de octubre no tengo plan y tengo ganas, casi necesidad, de cambio. Desde fuera podría verse como un momento lleno de oportunidades, y lo es, pero esas oportunidades son en parte una trampa cuando de repente no tienes claro tu camino y sí, que hay que caminar, pero tal vez en una dirección distinta a la que has estado caminando.

Tener todas las oportunidades no significa tener el triunfo asegurado ni poder decidir fácilmente, no hay nada más que ver a mi generación, la generación más libre, más preparada, con más idiomas, con más estudios, con más acceso a la información y al final la generación con más paro, con menos ingresos, con menos ilusiones y más perdida de los últimos años. Crisis hubo antes, pero tal vez ninguna con gente tan bien preparada.

La libertad son oportunidades, pero también dudas y soledad en las decisiones.



Atardecer

Desde que tengo uso de razón me recuerdo dejándome atrapar por la belleza de las pequeñas cosas, por lo efímero de un momento, lo eterno del recuerdo, los instantes que te enganchan si abres bien tus puertas.

Hace unos días, el mundo, mi mundo, se paraba bajo este atardecer, bajo el cielo rojo, bajo la sencilla belleza del despedir del sol, bajo el sonido de un mar calmado rendido a reflejos de una fuerza incalculable.


Ocurría en el regreso a casa, no pude evitarlo, me dejé atrapar por la luz como hacía días que no me dejaba atrapar por nada, enfrascada en decisiones y problemas, me atrapó hasta el punto de que el tiempo se detuvo, hasta pararse el reloj. Me sentí de repente hipnotizada por el evolucionar de las nubes, mis ojos sólo podían mirar al horizonte y este horizonte los tenía embrujados.


Momentos sencillos, inolvidables, mágicos en el día de San Juan, en el que por instantes fugaces, pero eternos en el recuerdo, sentía eso que llamamos felicitad, sensaciones indescriptibles pero plenas, cargadas de magnetismo.

Me alegré de que al día siguiente fuera el cumpleaños de una personita muy especial y poder compartir ese momento, sin buscarlo tenía el regalo perfecto que el valoraría como nadie.


Hace ya unos días de ese momento, pero aun hoy siento esa energía y cómo desee que durara toda la vida…