21 de abril de 2014

3. Valle del Río Pigüeña (Braña de la Pornacal) (60.74 kms)

Recorro hoy el Valle del Río Pigüeña para acercarme a la Braña de la Pornacal.

Valle del Pigüeña
Braña de la Pornacal
Desayudada y con algo menos de frío, salgo de Pola de Somiedo en continua bajada hasta prácticamente Aguasmestas. La temperatura es muy fría, y yo, pese al café no he conseguido recuperar la temperatura. Comienzo la ruta algo destemplada, desde el principio se me congelan los pies, no me permito paradas, es una bajada muy umbría y estoy deseando comenzar a subir. El paisaje está precioso, las praderías aparecen escarchadas, las casas humeantes, el río rebosante de vida, las hojas son esqueletos de hielo… pero yo pedaleo para huir de ese frío que casi no me deja respirar…Es lunes y las carreteras están solitarias, los pueblos aun no han despertado y me siento la única superviviente de una inesperada glaciación.

Río Pigüeña
Comienzo la subida en Aguasmestas, me quedan 12 kilómetros hasta Villar de Vildas donde cogeré la pista hacia la Braña de la Pornacal, uno de los lugares más mágicos y bellos del parque. Sin duda uno de mis rincones favoritos.

Es una subida sombría, pero pese a la sombra, y aunque me cuesta, consigo poco a poco recuperar la temperatura, llevo ya un buen rato helada y comienzo a sentir que me encojo.


Valle del Pigüeña
La carretera está preciosa, las caídas de agua forman auténticos jardines sobre las rocas, innumerables especies luchan por conseguir un poco de sol entre la abundancia de agua. En mi subida tranquila, con la temperatura recuperada, comienzo a disfrutar plenamente de la ruta. Las primaveras adornan las cunetas, el sotobosque lucha por ganarle la batalla al tiempo, frente a unas hayas que se preparan para desplegar sus hojas. Es una lucha contra reloj, las pequeñas plantas bajo el hayedo se ven obligadas a completar su ciclo antes de que las hayas vuelvan a cubrir sus copas de hojas, después apenas quedará ya luz solar y las hayas dominarán el bosque.



Eléboro fétido
Primavera
Grasilla (Para los que les gusten las flores y no les gusten los mosquitos, se trata de una planta carnívora, que segrega en las hojas una sustancia donde se pegan los insectos de los que extraé el "jugo". Es muy habitual en zonas de poco sustrato y humedad constante)
Subo tranquila acosando algo la mala noche, la carretera es un subir constante con algún tramo de bastante pendiente, como siempre el paisaje compensa el esfuerzo. Paro junto a un hórreo, la temperatura está subiendo rápido, tras unas curvas he dejado atrás el bosque, el sol está fuerte, y comienzan a sobrarme las mil capas de momia que llevo. Hablo con unos paisanos, me gustan estas conversaciones paradas en el tiempo, a dónde vas, de dónde vienes…que si el hórreo, que si el oso, que si mi sobrino que también le da a la bici…

Me despido de los paisanos, y llego a Corés donde me sorprende una bajada que a velocidad de vértigo me lleva literalmente de nuevo hasta el fondo del valle, para subir después a Villar de Vildas.


Villar de Vildas
Villar de Vildas es uno de estos pueblos entrañables, es uno de los pueblos más grandes de Somiedo y sin duda el más importante de este valle. Es uno de estos pueblos que se resisten a quedar aislados en el tiempo, pero que al tiempo no pueden dejar de hacerlo. Aperos de labranza bajo hórreos, coladas secándose al sol, huertas, labradores y pastores entre antenas parabólicas y móviles de diseño, como si el tiempo jugara al escondite y saliera a su antojo.





Cojo la pista que me lleva a la Braña de la Pornacal. El valle no puede estar más bonito, hay regueros de agua a cada pedalada, cascadas que me acompañan, y sonidos que me transportan a donde sólo ellos conocen.

Inicio del camino a la braña
Tras cruzar un puente, la pista me lleva en fuerte ascenso, es una de esas pequeñas subidas con muchísima pendiente, en el pueblo una señora me dice que eso no se puede subir en bici, y sólo por demostrarme que sí se puede consigo hacerlo. La pista continúa en subida, es una pista en buen estado, pero con numerosos desprendimientos, y piedrillas. Acuso el cansancio y la mala noche y en más de una ocasión me toca echar pie a tierra. Me cuesta mantener el ritmo, he cometido el error de no parar a tomar un café y mi cuerpo comienza a echarlo de menos.

Pista a la Pornacal
Me crezco cuando a lo lejos veo la Braña de la Pornacal, es el mayor conjunto de brañas del parque, la nieve está muy cerca, trato de recordar la última vez que estuve, nada ha cambiado desde entonces, tal vez sólo yo soy en parte distinta…


Me hago un bocadillo, el termómetro marca 24 increíbles grados. Camino sacando fotos entre las brañas, están todas restauradas y es fácil imaginar la escena de vaqueiros cuidando el ganado. Mi imaginación vuela al tiempo que mi tiempo se agota y comienzo a pensar en la vuelta…




La vuelta la hago tranquila, apurando la luz, descansando en Villar de Vildas donde hablamos de las temperaturas de anoche, comparto experiencia con un ganadero que ha tenido que asistir a su vaca parida esta misma noche, comparto sensaciones al tiempo que disfruto el café, no es la primera vez que paro en ese sitio y el camarero siempre tiene algo que contar, es un lugar acogedor.

A veces es bueno dar una mirada atrás para apreciar el camino recorrido.
En la vuelta, según va cayendo el día pienso en lo engañoso que resulta el tiempo, en las vidas que vivimos, en el tiempo que disfrutamos, en el tiempo que se nos va…afortunadamente aquí, en Somiedo, siempre habrá un lugar dónde el tiempo habrá dejado de existir.


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