Salí ya tarde de Pola de Somiedo hacia Lago de Valle con idea de montar
la tienda junto al que es el lago más grande de Asturias, en la subida
imaginaba mi amanecer junto al lago helado, imaginaba el sonido del silencio,
ese que había salido a buscar.
La subida es una subida cómoda y bonita, apenas un par de
curvas en herradura nos recuerda dónde estamos. Tardo poco en llegar a Valle
de Lago, la última población antes del lago, a apenas 8 kms de Pola. Continúo
por la pista durante unos kilómetros, la conozco, he visitado ese lago varias
veces caminando y está muy cerca…cada vez hay más y más nieve, derrapo y vuelvo
a derrapar y me doy cuenta de que no sé pedalear sobre la nieve. En el camino
me cruzo con varios excursionistas que me dicen que poco más arriba la nieve
les llega por las rodillas que es imposible que pueda llegar con la bici.
Dejo la bici aparcada y continúo caminando. El paisaje esta precioso y me cuesta renunciar a disfrutarlo ¡tenía que haberme traído las raquetas! pienso…¿a quién se le ocurre ir a pedalear sin raquetas con la que ha caído? Me riño como si fuera una niña despistada...Me doy la vuelta cuando ya no siento los pies, aproximadamente un kilometro después de donde he dejado la bici. Cojo a Tulipana y comienzo el descenso lento, voy buscando un lugar donde acampar pero las zonas que no están cubiertas de nieve están tan húmedas que en lugar de la rafia debería colocar un flotador bajo la tienda.
Dejo la bici aparcada y continúo caminando. El paisaje esta precioso y me cuesta renunciar a disfrutarlo ¡tenía que haberme traído las raquetas! pienso…¿a quién se le ocurre ir a pedalear sin raquetas con la que ha caído? Me riño como si fuera una niña despistada...Me doy la vuelta cuando ya no siento los pies, aproximadamente un kilometro después de donde he dejado la bici. Cojo a Tulipana y comienzo el descenso lento, voy buscando un lugar donde acampar pero las zonas que no están cubiertas de nieve están tan húmedas que en lugar de la rafia debería colocar un flotador bajo la tienda.
Recuerdo una preciosa capilla en la subida, en el pueblo de Urría,
recuerdo su amplio porche, y decido dormir allí, cuando llego me parece la
habitación con las mejores vistas del mundo, es un pueblo bonito, huele a humo
y a gallina. Tengo techo, es hora de hacerse la cena. El arroz está casi en su
punto cuando la capilla recibe una visita, el humo de la cena me ha delatado…la
señora me mira un poco estupefacta, le pregunto que si puedo pasar allí la
noche, y con cara perpleja y voz de incredulidad me dice que no cree que haya
ningún problema…
La noche no es excesivamente fría, las nubes me protegen de
la helada, pero mi habitación con vistas es tan húmeda que al final decido
montar la tienda para protegerme del relente. Me despierto varias veces, pero
cuando suena el despertador estoy profundamente dormida, está amaneciendo y
aunque mi habitación está en una zona sombría, el sol comienzo a iluminar las
montañas, el día se presenta bellísimo. Dejo que Tulipana me lleve hasta Pola,
me templo con un café y salgo hacia el puerto de Somiedo.
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