No tengo prisa para levantarme, el día anterior terminé muy
tarde y me merezco un descanso, me quedan unos 4 kilómetros de subida, que
imagino cómodos como los anteriores, ¡error!, luego, al entrar de nuevo a La
Rioja todo será bajada.
Comienzo la subida y pronto, el paisaje verde y cómodo del
hayedo se transforma en un paisaje desierto de alta montaña. La subida es dura
pero espectacular, alta montaña en estado puro, un paisaje árido allá donde
mirases y un cielo azul que me obligaba a parar para fotografiarlo.
Todo el esfuerzo es recompensado en lo alto del puerto, por
las vistas y porque allí viví uno de los momentos más bonitos del viaje
hablando sobre lo divino y lo humano con dos abueletes que transmitían tanta
confianza y humildad como amplio era el escenario. Esa es la verdadera
recompensa, la que hace que viajar en España merezca tanto la pena, la que le
hace a uno valorar la conversación y el idioma, la recompensa de la
complicidad, de la magia del momento que supone que tres personas que no se
conocen se encuentren en mitad de la nada y que la conversación fluya como si
del guión de una película se tratara.
Vistas al Urbión
Abandone con pena la conversación y me adentré a investigar
una pista que miraba al Urbión, el Urbión nos
llamaba, pero esta vez había que postponer la visita, la vista no cansaba mis
ojos ni mi cámara, el paisaje era desolador, sólo se escuchaban unas chovas a
lo lejos, y yo me perdía en mis pensamientos con el paisaje. No sé cuánto
tiempo pasó hasta que volvía a la realidad…De nuevo se me había hecho tarde,
pero no hubiera cambiado esas horas por nada del mundo.
Villoslada de Cameros
Villoslada de Cameros
Continúe camino hacia Laguna de Cameros, y comencé a sufrir los primeros problemas con el
agua que hasta entonces había encontrado sin problemas, los pueblos eran
escasos y las fuentes lo eran más, en los últimos kilómetros no había
encontrado agua, ayyyyy quién me lo iba a decir a mí, ¿dónde estarían mis
nubes?... tenía que subir un puertecito para acceder al que según mi mapa era
el próximo pueblo y apenas me quedaba medio litro…pedaleaba meditando si coger
agua del pantano como emergencia, no sabía nada del puertecito y por si acaso
prefería estar preparada, aunque no sirviera para beber sí que serviría para
refrescarme…no hizo falta, a lo lejos vi unas casas, iepaaaaaaa, ¡un pueblo que
no aparecía en mi mapa!, la fuente estaba en lo más alto del pueblo y para
llegar a ella bebí lo que me quedaba, pero la fuente me dio la vida.
Subí el puerto que resultó ser una delicia, una señal me
advertía que entraba en tierra de dinosaurios, con los ojos bien abiertos me
dejé caer hasta Laguna de Cameros, donde encontré el vivac perfecto junto a una
ermita, y como me gusta a mí, venía con perro guardián incorporado. Mientras
disfrutaba de la fotografía nocturna fui descubierta por el propietario de una
de las huertas, hacía días que venía viendo huellas de un venado, y había ido a
ver si lo pillaba “in fraganti”, en lugar del venado me encontró a mí y a mi
perro guardián, se despidió para no molestar y a la mañana siguiente me dio
conversación en el desayuno, yo dormí soñando con encontrarme ese venado, en su
lugar encontré cientos de arañas, que a la luz del frontal brillaban en la
oscuridad.
Puerto de Sancho Leza
hotel mil estrellas....... Que dificil es conseguir una habitación en estos tiempos.
ResponderEliminarY qué bien se duerme en ellos... Rioja fue un auténtico lujo en noches, estrellas, silencio y un mundo de contrastes por recorrer...
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