Me costó levantarme, las mañanas estaban siendo frescas y
esta también lo era, siempre doy largas para salir del saco que hoy estaba
empapado del relente.
Me levanto en el paraiso
Enseguida llegué a Pineda
de la Sierra desde donde cogí la Vía Verde de la Demanda hasta Riocavado de la Sierra. Yo siempre
había pensado que las Vías Verdes no tienen nada de desnivel, que son llanitas,
que nunca hay subidas, y que la vida en las vías verdes es siempre bella y
maravillosa, pero esta vía verde tiene un puertito, el Puerto del Manquillo, que en los
últimos 400 metros de gravilla suelta y arena me hizo recordar mis 25 kgs, mis
desgastadas ruedas mixtas y lo gordota que está la Tulipana, del puerto hacia
Riocavado sólo hay una bajada de vértigo, donde me esperaba un precioso lugar
de pic-nic.
VV de la Demanda
Riocavado de la Sierra
Iglesia de Riocavado de la Sierra
Desde allí una carreterita de ensueño me llevaba hasta Barbadillo del Pez y de ahí hasta Huerta de Abajo y Huerta de Arriba. El primer tramo
francamente bonito para cicloturismo, una bajada con sombra junto a un cortado
con apenas un coche por hora…
Desde allí la carretera hacia Neila se convertía en una pista donde rara vez me encontraba
con un coche.
Entre bosques de pinos, hayas y robles era difícil
aburrirse, las masas forestales cambiaban y yo gozaba la suave subida.
Kilómetros después aparecía el desvío hacia las lagunas, llevaba casi 60 kms y
por un momento dudé si subir, pero me apetecía tanto… conocía el sitio y es tan
bonito, que sin pensarlo más comencé a subir lo que según mi mapa sería algo
menos de 6 kms.
La subida se me hizo dura, muy dura, yo estaba ya cansada, y
era algo tarde, es una subida preciosa, francamente bonita, pero no se la
recomendaría a nadie con alforjas. Paraba cada kilómetro y pedaleaba despacio,
la recompensa merecía la pena el esfuerzo.
Los pinos dominaban el paisaje, y la luz al atravesarlos
formaba haces luminosos, que daban a la subida un toque de magia. Entretenida
con las luces y las sombras poco a poco iba llegando…
Refugio de Neila en la Laguna de la Cascada
El lugar seguía tan bonito como lo recordaba, el refugio
seguía en pie, y aunque estaba un poco deteriorado por el abandono desprendía
el calor del hogar, olí a fuego e invitaba al descanso. La noche se preparaba
fría y me alegraba de tener refugio. Dejé la cama preparada en el refugio y
aproveché el rato que quedaba de luz para ducharme, cenar…
No recuerdo que hora era cuando me di cuenta, pero la noche
ya se había adueñado del mundo y con la noche habían salido cientos y cientos
de murciélagos que eran ahora dueños del refugio, volaban tan bajos que era
difícil no chocar con ellos, yo sé que son majos, y que con su sistema de
ecolocación no chocan pero…hace muchos años ya, tuve una mala experiencia con
uno y desde entonces no los miro igual…decidí que no iba a dormir dentro, me
armé de valor, y casi rozando el suelo entré a por mis cosas, sentía sus alas
batir muy cerca de mí y un escalofrío recorría todo mi cuerpo.
Me acosté fuera del refugio donde un coro de ranas amenizó
mi descanso, nunca escuché un coro tan armónico, el resto de animales del
bosque, corzos, jabalíes, lechuzas comentaban el concierto en su lenguaje, fue
un concierto único que duró hasta bien entrada la madrugada…
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